El sin fin de reacciones químicas que se producen cuando nos disponemos amar, generan en nosotros sentimientos tan contradictorios que van desde la felicidad, hasta la melancolía o la frustración; enamorar a otra persona supone casi toda una ecuación matemática: en el numerador puede estar lo que hace especial a esa persona, en el denominador el punto común, pero hay que sumarle delicadisimos gestos de ternura, multiplicar por paciencia y llevar al cuadrado la persistencia, suena fácil pero hagámoslo.....ya la situación es otra vaina, máxime que aun cuando se desarrolle la ecuación de forma perfecta, el resultado no siempre será el que queramos. Decidí apostar y recrear esta ecuación, en el desarrollo de la misma identifique la misma tiene a ser mezquina, o mejor a introducirnos al error, con ella se da por sentado que la otra parte aceptara las variables que sometimos al calculo; ademas que puede que nosotros nos veamos en la obligación de ajustarla para que se acomoden
Escribiendo bajo el cielo que nos cobija a los dos.